Rusco para las várices
Me gustaría hablarles del Rusco, una planta maravillosa que bien podría convertirse en la joya de tu jardín, y de paso, en el mejor amigo de tus piernas.
Hace unos años, al principio de mi carrera, mientras visitaba pacientes a domicilio, conocí a una señora, creo que se llamaba Marta, que tenía una hermosa planta en su jardín llamada Rusco. Según Marta, el Rusco le había curado las varices de sus piernas. ¡Y vaya si lo decía con convicción! Yo, medio escéptico, pensé que la señora tal vez le estaba atribuyendo milagros a un simple y hermosa planta.
Un tiempo después, durante una visita a la farmacia, pregunté qué se estaba usando últimamente para las varices, esperando que me hablaran de la famosa castaña de Indias. Pero para mi sorpresa, el farmacéutico me respondió que lo último en tendencia era la ruscogenina. Ahí fue cuando me acordé del Rusco de Marta y me picó la curiosidad. ¿Podría ser que Marta estuviera en lo cierto?
Resulta que el Rusco no solo se usa para problemas varicosos y circulatorios desde hace milenios, siendo originario del Mediterráneo.
Su nombre científico es Ruscus aculeatus, y tiene una particularidad curiosa: de lo que parecen hojas —que en realidad son tallos modificados y aplanados—, sale una pequeña flor blanca que se abre detrás una tapita triangular. Por algo en algunos lugares le llaman "mosquita muerta". Y si vives en una región cálida, esta planta incluso produce una baya roja que, por cierto, es tóxica. Así que, por favor, no te la comas.
En comparación con la castaña de Indias, el Rusco la supera en propiedades antivaricosas, todo gracias a la maravillosa saponina llamada ruscogenina. Pero eso no es todo, también contiene otra saponina, la neuruscogenina, que le confiere propiedades antiinflamatorias. Esta joya de la naturaleza reduce la permeabilidad de las venas (anti-edemas), previniendo la hinchazón, y es ideal para casos severos de varices, especialmente cuando ya estamos hablando de úlceras.
Pero esperen, ¡hay más! El Rusco también contiene ácidos grasos como el oleico y el linoleico, que junto con fitosteroles como el estigmasterol y el campesterol, potencian su efecto antiinflamatorio y su capacidad para mejorar la función cardiovascular.
Esto es particularmente interesante porque, cuando consideramos la insuficiencia venosa crónica (IVC) dentro de un contexto más amplio, el corazón juega un papel crucial. No es raro que, al aislar la patología de su contexto, se pierda de vista la causa subyacente, lo que solo cronifica la enfermedad, siendo esta la idea (curar no es rentable)
Pero el Rusco no comete ese error. Mientras reduce la inflamación y mejora la permeabilidad de las paredes venosas, también fortalece y tonifica la musculatura lisa, ayudando a las venas a recuperar su tono y reducir su tamaño. Además, su acción antioxidante protege las células endoteliales de las venas del daño oxidativo causado por los radicales libres, inhibe las enzimas que degradan la matriz extracelular, y refuerza la elastina y el colágeno, esenciales para la salud venosa y arterial.
¿Y como si fuera poco? Pues sí, también ayuda a la salud del corazón al evitar la formación de trombosis, y por si alguien lo dudaba, previene y trata las hemorroides. ¡Vamos, que el Rusco es como ese amigo que siempre te saca de un apuro y encima te hace reír!
Ahora, ¿qué parte de esta planta milagrosa debemos usar?
Si observamos la planta, notaremos que los tallos con "hojas" salen de la tierra, y alrededor se forman pequeñas raíces aéreas de no más de 10 cm. Esta es la parte que debemos utilizar. Cortamos las raíces que el rusco nos regala en pequeños trozos, y utilizamos 10 gramos en una decocción de 10 minutos en un litro de agua.
Toma ese litro durante el día, y ya sabes, si te preguntan, puedes decir que es "el secreto de Marta". ¡Salud!
